No
te quedes ahí. Vamos, entra, ya estamos todos. Tras la cortina, la puerta: está
abierta, solo tienes que empujarla, mientras en tu espalda pesa la tela que se
cierra dejando atrás la escasa luz del pasillo.
La
puerta cede sin esfuerzo, y al avanzar un par de pasos sientes que la oscuridad
se ha solidificado en tu cara, áspera, es el segundo cortinaje, que pende de
una barra para no entorpecer el recorrido de la puerta. (...) Sabemos que hoy
es un día especial, diferente, pero nadie ha querido romper el silencio, inseparable
a la oscuridad desde el primer día.
Foto 1 y 2:
Gildas
Lepetit-Castell
Foto 3:
Aline
Smithson
Texto:
Isaac Rosa
La habitación oscura
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