Una tarde de invierno, un
pequeño relato llega a mis oídos. La continuación y el rastro dejado por esa
historia me llevan a Maderuelo, un pequeño pueblo de Castilla. El viaje sirve
en esta serie como excusa para significar experiencias, disponer diversos
tiempos, físicos, metafóricos e imaginarios y para componerlos como territorio
reflexivo, vital. El viaje sugiere frontera, ese umbral donde presente, pasado
y futuro componen e imaginan el proceso creativo construido desde un ente
interno y que se manifiesta en el paisaje. La serie Crónicas de un desembarco
ilustra el tránsito de la propia vivencia, a través de esos espacios poéticos
donde lo insólito tiene lugar, donde la fotografía escapa de todo control, donde
ningún efecto puede calcularse. Y lo hace a través de un viaje sin rumbo fijo,
en constante búsqueda, dejándose arrastrar por el mareo de la experiencia, del
desplazamiento, y en definitiva, por el deseo de construir una imagen del mundo
en la que se manifieste su propia presencia.
Fotos y texto:
Israel Ariño
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